Cómo hablar de dinero con el psicólogo

Muchos pacientes no se animan a discutir el precio de la sesión; otros ni siquiera referirse al tema; además, terapeutas explican cómo cotizan su trabajo; psicoanálisis, dinero y sexo.
Por | LA NACION - 
Escribió Sigmud Freud en La iniciación del tratamiento , en 1913. "El hombre civilizado actual observa en las cuestiones de dinero la misma conducta que en las cuestiones sexuales, procediendo con igual doblez, el mismo falso pudor y la misma hipocresía".
 
Los pacientes también dicen lo suyo: que algunos terapeutas son demasiado inflexibles con sus honorarios, que se angustian por no poder decirles que les cuesta pagar, que temen que si hablan de sus mejoras salariales eso se traslade al precio de la consulta, que piden ir cada quince días para que no repercuta con tanta fuerza en el salario, que con la excusa de la inflación algunos actualizan sus honorarios con demasiada frecuencia.
 
El tema del dinero está instalado en los consultorios, en eso coinciden tanto los analistas como los pacientes que conversan con LA NACION .

Natalia, empleada, de 29 años, a principio de este año empezó terapia con una nueva psicóloga. Cuando supo que cobraba 250 pesos por sesión respondió que le parecía alto, pero que haría lo posible por pagar. Pasaron tres meses y se dio cuenta de que hacía un "esfuerzo muy grande". "Lo que me ayudaba por un lado me lo quitaba por el otro porque terminaba el 20 angustiada pensando en cómo llegar a fin de mes. Creo que eso también hace a la salud mental de uno, por eso me parecía que tenía que plantearlo", dice. Y así lo hizo: "Me respondió: 'Bueno, entonces pediles plata a tus padres'. Huí despavorida". Con casi 30 años y una vida independiente le parecía retroceder cinco escalones. "Es un espacio recontra válido y entiendo que le pongan un valor elevado que a uno le cueste, que lo valore mucho. Pero si ya te trae angustia no da".
 
El psicoanalista Alejandro Viedma cita a Freud para explicar que el dinero es una de las variables que entran en juego en el encuadre psicoanalítico. "Se relaciona con lo pulsional, lo libidinal", dice. "Esto quiere decir que en un análisis hay articulación entre los aspectos sexuales que participan allí y el dinero y es necesario que el terapeuta analice los factores psíquicos presentes en el analizante por este tema; por ejemplo, el pago de las sesiones y cómo opera eso dentro y fuera del consultorio". Para él, el dinero es un dato de cómo se conecta esa persona con este objeto de intercambio, qué función cumple, qué significa para él en su cotidianidad, en su forma de vincularse con los demás, sus manejos, etc.
 
Reconoce que, a veces, los honorarios forman parte de los puntos incómodos de abordar en la terapia. "Hay pacientes que no quieren pagar mucho, o regatean los honorarios, otros que toman su terapia como una inversión en su salud, como un lugar que merece tener un costo por tratarse de un espacio de bienestar, importante en su vida, uno de los pocos momentos para ellos solos y por ende lo valoran pagando sin chistar".
 
Juan trabaja en una empresa como jefe de área. Cuenta que cada vez que tiene que pagar terapia se olvida de cuánto es. "Yo ya sé que a mediados de año mi psicóloga me aumenta. Me lo dijo de entrada. Es alrededor del 20%. Pero del último aumento no logro retener cuánto es por sesión y cada vez que le tengo que pagar tengo que hacer la cuenta para no pagarle de menos", dice. Le da gracia su olvido.
 
Paga 270 por sesión y va dos veces por semana. "Prefiero pagar todo el mes por adelantado porque antes cuando pagaba por sesión me olvidaba de llevar plata, a veces le pagaba cada quince días. Era un lío", relata. Siente que no es caro en función de lo que cree que le da ese espacio a cambio. Pero aclara que es un "gasto" que le significa bastante en su presupuesto. "Sobre mis manejos de dinero, en general, me dice que soy pijotero. Por ejemplo, si le digo que no sé si ir a tenis por la plata me dice que vaya, que la voy a tener, que aprenda a disfrutar, a soltarla más", cuenta.
 
La psicoanalista Eva Rotenberg reconoce que en el vínculo terapéutico se da una relación "surrealista", en el que el encuadre es fundamental. Dentro del encuadre está el dinero. "Algunos pacientes solos te dicen: '¿Usted no tendría que aumentar por la inflación?', otros se ofenden porque sienten que te estás aprovechando de la necesidad que tienen del analista, como si uno quisiera cobrarles el oxígeno. Se establece un vínculo muy especial porque lo estás ayudando a vivir, a que pueda superar inhibiciones y conflictos que no les permite vivir, trabajar, casarse".
- ¿El tacaño lo es también en sentimientos?
- Es retentivo, sádico, narcisista ya que sólo piensa en él. Hablo de los que pueden pagar y hacen un tema porque creen que el terapeuta los tiene que amar como su mamá y no les tiene que cobrar. Pretenderían un vínculo afectivo donde no medie el dinero.
- ¿Hay pacientes que piden descuento o ir cada 15 días?
- Solamente una persona me pidió venir cada 15 días y como está en la etapa final y está muy bien estuve de acuerdo. Pero si se guía por una cuestión de dinero y yo veo que la persona está mal interrumpo el tratamiento porque el terapeuta es el responsable.

Juan Manuel tiene un sueldo de ejecutivo. Le paga 250 pesos a su terapeuta y no se anima a hablar ni una palabra de dinero por miedo a que eso le impacte en la sesión. "Si le cuento que me compré una Playstation, que vale lo mismo que ocho sesiones de terapia, seguro que me aumenta", dice, se ríe. Reconoce que no tendría razones para perseguirse de ese modo, pero es más fuerte que él.
 
Consultada por estos temores, la psicoanalista Rotenberg responde: "Si el terapeuta aumenta por un comentario del dinero que gana un paciente, hay una patología del terapeuta. Porque yo he ayudado a crecer a un montón de personas, a que puedan comprarse vivienda, progresar, ser autónomos". Para despejar dudas, se explaya: "Atiendo un nivel de gente que sé que gana muchísimo más que yo. Eso sería la envidia del terapeuta o cobrarle por la cara. Yo cobro según mi formación lo que creo que es justo y me corresponde".

Hay pacientes que se angustian por no poder resolver cuestiones de dinero y no logran plantearlo en terapia. Foto: Archivo
Gisela cuenta que tuvo "problemas financieros" en el último mes. Para su sueldo de 6000 pesos cualquier gasto extra desequilibra su presupuesto. "No sabía cómo decirle que por esta última semana prefería no ir porque hacía varios días que estaba contando los pesos. Y me pasa siempre que voy decidida a decirle de probar cada 15 días, pero no sé cómo decírselo. En la sesión hablo de los problemas financieros, pero queda ahí", dice. "Al final opté la última vez por cancelarle 48 horas antes. Lo hice para esquivar la sesión". Y agrega: "Yo la adoro, confío un montón, pero con la plata...Lo mismo que cuando le planteás lo del alta. Me deja bastante mal no poder decirle de frente lo que me pasa".
La psicoanalista Leonor Suárez, que trabaja de modo particular y también en el Centro de Salud Mental N°3 Arturo Ameghino, explica: "Se podría decir que donde hay dinero no se paga con padecimiento. A veces, andamos por la vida con un malestar y eso nos lleva un día a decir: 'Quiero que alguien me escuche porque no puedo más con esto; sufro hace años y no lo puedo cambiar'. Pagar con dinero sería: a ese equivalente que está en moneda no lo llevás como una carga vos".
- ¿Cómo se traslada esto a una institución pública?
- Allí está el tema de la gratuidad. Hay algo para aclarar: el acceso es gratuito pero eso no quiere decir que no le cueste nada al paciente. Porque en ese caso dinero y pago no son la misma cosa. La gratuidad es un derecho cuando alguien va a una institución pública, pero tiene un costo subjetivo al realizar un tratamiento. Se paga, decimos nosotros, con palabras.
 
Su colega, la psicoanalista Andrea Aghazarian comenta que, si bien maneja una franja de valor para su tarifa, es flexible en el monto y en la forma de pago. "Hay pacientes para los cuales es importante que alguien les de crédito a su palabra y puedan endeudarse y otros que deben entender que con el dinero no alcanza, por más de que puedan pagar", ejemplifica.
 
Aghazarian agrega: "Cuando nos ausentamos nosotros por distintos motivos no cobramos. Cuando un paciente se ausenta sin aviso paga la sesión porque es algo que está pautado de este modo porque ese horario ya está destinado para él, nadie lo usa en su ausencia. Es importante que el paciente considere al otro en un vínculo analítico, sus espacios, su tiempo, el del otro, el tiempo compartido, su capacidad de previsión, todo lo que le pase allí es lo que seguramente le pasa con el resto de sus vínculos".

Los analistas consultados coinciden en un listado de obligaciones a cubrir con lo que cobran por su trabajo: no tienen licencias por enfermedad, por embarazos, ni vacaciones pagas, pero sí tienen a cargo todo ese tiempo la responsabilidad del paciente, incluso, a veces, con un dispositivo alternativo para los pacientes de riesgo. Agregan, también, su propio análisis, las supervisiones pagas, la capacitación permanente. Y cuestionan: lo que ocurre es que la terapia está considerada dentro de nuestro sistema de salud como un lujo o un exceso.
 
Virginia da fe de que la terapia es un lujo en la Argentina. "Me cobraba 400 pesos por sesión. Dicen que lo que uno paga está en proporción con lo que está dispuesto a dar en ese espacio. O de eso nos convencieron los psicólogos", comenta. "A mí me costaba plantearlo cuanto más cerca estaba de él, cuando más unida afectivamente me sentía". Sin ánimo para negociar, tuvo que suspender su tratamiento de años.
 
(*) Por pedido de los consultados, algunos nombres de pacientes fueron cambiados

La iniciación del tratamiento (Sigmund Freud, 1913)

  • Otra de las cuestiones que deben ser resueltas al iniciar un tratamiento es la referente al dinero (.). El analista no niega que el dinero debe ser considerado en primera línea como medio para la conservación individual y la adquisición de poderío, pero afirma, además, que en valoración participan poderosos factores sexuales. En apoyo de esta afirmación puede alegar que el hombre civilizado actual observa en las cuestiones de dinero la misma conducta que en las cuestiones sexuales, procediendo con igual doblez, el mismo falso pudor y la misma hipocresía. Por su parte, el analista no está dispuesto a incurrir en iguales vicios, sino a tratar ante el paciente las cuestiones de dinero con la misma sinceridad natural que quiere inculcarle en cuanto a los hechos de la vida sexual, y de este modo le demostrará ya desde un principio haber renunciado él mismo a un falso pudor, comunicándole espontáneamente en cuánto estima su tiempo y su trabajo.
  • Por otro lado, es bien sabido que la baratura de un tratamiento no contribuye en modo alguno a hacerlo más estimable a los enfermos.
  • (.)el psicoanalista puede equipararse al cirujano, que también es sincero y exigente en estas cuestiones, porque posee, realmente, medios eficaces de curación. A mi juicio, es indudablemente más digno y más moral declarar con toda franqueza nuestras necesidades y nuestras aspiraciones reales.
  • El tratamiento gratuito intensifica enormemente algunas de las resistencias del neurótico.
 
 
     
     

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, Alejandro!! sos un genio!! muy esclarecedor lo que comentás. se lo leí en voz alta a mi esposo, que quedó encantado.
La nota deja pensando, jejej. Sos súper explicativo siempre que opinás y dejás pensando.
Un abrazo!
Celia de Torcuato.