“Empecé terapia preguntándome si era lesbiana o no”

Publicado el por  en su blog Boquitas Pintadas, de lanacion.com

Dice Mercedes J. “Empecé terapia preguntándome si era lesbiana o no”. Su terapeuta, la Lic. Graciela Balestra, fue la que le sugirió integrarse al grupo de reflexión de mujeres de Puerta Abierta. “El día que entré sentí que, por primera vez en la vida, era Yo misma. Encontré mi lugar, me sentí identificada con cada una de las mujeres que hablaban de sus vivencias, me sentí cómoda como si hubiese ido toda la vida. Es inexplicable la sensación. Fue como decir: esta soy yo”.
 
El grupo de reflexión que menciona Mercedes existe en Buenos Aires desde septiembre de 1999. Además del espacio de mujeres lesbianas está el de varones gays, que coordina el Lic. Alejandro Viedma, un asiduo colaborador de este blog.
 
A Graciela Balestra, psicóloga y presidenta de la organización, le gusta decir que estos grupos son una puerta abierta a la diversidad, un lugar donde la soledad no tiene cabida. Ese es, justamente, un estado muy común entre las chicas lesbianas que recién llegan. Algunos relatos que acerca la terapeuta dan cuenta de esto: “Es frecuente escuchar en mujeres lesbianas el siguiente relato: ‘Me siento muy sola. Casi nadie sabe de mí, no hablo con nadie de mi homosexualidad porque tengo terror de perder los afectos. En el trabajo no lo saben y, en mi familia, tampoco. No conozco otras mujeres lesbianas, y aunque sé que no es así, siento que soy la única en el mundo”.
 
Según comenta, con frecuencia las mujeres pasan muchas horas de su vida ocultando su orientación sexual. “No pueden hablar ni siquiera nada de su vida cotidiana y esto es alienante para cualquier persona”, dice. Y sostiene que por este motivo son importantes los grupos de intercambio entre personas que atraviesan por experiencias similares. “La experiencia de más de trece años nos dice que en muy poco tiempo la gente mejora mucho más que sólo con terapia individual”.
 
Marcela M, una mujer que hace años asiste al grupo, cuenta así su experiencia: “Desde que llegué a Puerta Abierta me cambió la vida. Hacía ocho años que estaba sin pareja y tampoco tenía amigas. Estaba deprimida, sólo me dedicaba al trabajo y hasta había descuidado mi aspecto personal. Aquí, en pocos meses, encontré un grupo de pertenencia y conocí a mi pareja, con la que me casé hace dos años. Ahora seguimos las dos participando de las reuniones porque ya no queremos volver al aislamiento”.
 
Los varones, también…

Los hombres homosexuales también sufren el aislamiento del clóset. Aunque pareciera que ellos tienen más lugares donde encontrar pares: como boliches, saunas, cines, etc. muchos sienten la necesidad de un grupo de pertenencia donde poder conocerse y aceptarse a sí mismos y a sus pares, donde charlar tranquilamente sin el bullicio de la música y la noche. Hace diez años que en Puerta Abierta existe un grupo de reflexión de varones coordinado por el lic. Alejandro Viedma que, año a año, se consolida más.
 
Los adultos mayores gays también tienen su espacio en la ONG. Silvina Tealdi, una de sus creadoras junto a Balestra, explica: “La necesidad de los adultos mayores LGBT es urgente. Ellos no tienen más tiempo que perder. Necesitan unirse a otros que no los discriminen, que sientan como ellos y que quieran compartir sus vidas”.
 
Agrega: “La soledad en la vejez puede ser mortal. Por eso había que crear un espacio que los integrara. Así lo entendimos y por eso en 2009 creamos el primer centro de jubilados y pensionados para gays, lesbianas, bisexuales y trans”. El centro tiene la particularidad de no aislar a los mayores; al contrario, los integra a todas las actividades con los más jóvenes.
 
Ahora, la experiencia de Puerta Abierta empieza a expandirse...
 
 
 

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